Cada día, leer la prensa o ver el telediario nos suele dejar un sabor amargo, sin embargo, hoy nos hemos topado con una buena noticia que queremos compartir con vosotros a modo de reflexión. Y es que resulta que en Los Ángeles se ha aprobado una nueva legislación que los protege, concretamente, a perros, gatos y conejos: las tiendas de animales tienen prohibida su venta, a menos que provengan de protectoras de animales.
El problema de la adquisición impulsiva
Es bien conocida, tristemente, la tendencia a comprar animalitos de compañía que, tan pronto crecen o surgen planes de viaje, sobran de los hogares a los que han llegado por capricho.
Cuanto más jóvenes y más bonitos (o, como vimos en un post anterior, más de moda) mayor es la probabilidad de que acaben abandonados en cunetas de carreteras o en cualquier otro rincón en el que tengan dificultades para sobrevivir. En este punto, son las protectoras de animales las encargadas de realizar labores tan relevantes como la sensibilización de la población respecto a los derechos animales, así como el cuidado y refugio de aquellos que sufren abandono o malos tratos.
Por suerte, cada vez hay más personas que respetan los derechos animales, ya hablemos de entidades u organizaciones destinadas a tal fin como a particulares con dos dedos de frente. Aún así, queda muchísimo trabajo por delante. Una tarea en la que España, y el resto de Europa, debe ponerse al día de manera urgente es en la creación de un marco legal que ampare a perros, gatos y conejos (y al resto de animales más o menos exóticos que se venden en los escaparates de las tiendas de mascotas).
Volviendo a la noticia que nos ocupa, nos alegramos de que los políticos de cada vez más ciudades dediquen tiempo a la protección animal y a la prevención de los miles de sacrificios de animales abandonados que se llevan a cabo hoy día. Pero también hay que tener en cuenta que una sanción baja a quien infrinja la ley, la posibilidad de comprar cachorros directamente a los criadores o ignorar al resto de especies animales, implica un doble rasero que nos invita a no quedarnos de brazos cruzados. Hay mucho camino por delante en el ámbito de la protección animal y debemos recorrerlo al tiempo que afianzamos el sendero ya transcurrido.