En toda intervención dirigida al cambio, bien sea normativa (como la educación reglada) o específica para una persona o colectivo (como pueda ser la terapia), el concepto de eficiencia es central. Básicamente, más allá de conseguir resultados positivos (efectividad), se hace obligatorio demostrar que la relación entre coste y beneficio justifica la elección de una intervención sobre otras alternativas.
Por esto, nos parece especialmente relevante la publicación hace pocos meses de un artículo en Anthrozoös (Marino, 2012) en que se plantea, justamente, hasta qué punto existen evidencias científicas de la utilidad de incluir animales dentro de los programas de intervención. Intentaremos resumir qué se buscaba, qué se encontró, y qué implicaciones tiene este meta-análisis.
Justificación de la revisión
En las intervenciones asistidas por animales (IAA) existe un sobrecoste muy evidente frente a otras alternativas, ya que el animal exige una preparación y cuidados nada despreciables si pertenece al mismo terapeuta, y aún más si se contempla que el guía o cuidador del animal sea diferente a dicho terapeuta. Por ello, si las mejoras obtenidas a través de un programa de IAA son similares a las de un programa alternativo con un menor coste, la lógica señalaría al segundo como preferente.
Según recoge en la introducción la autora, meta-análisis previos (Nimer y Lundhal, 2007; Souter y Miller, 2007) han señalado que los beneficios demostrados por las intervenciones asistidas por animales existen, pero que: 1) son moderados y 2) deben ser tomados con cautela, por posibles dificultades metodológicas. Por lo tanto, vale la pena invertir algo de tiempo en comprobar hasta qué punto las IAA han demostrado su valía.
Método del meta-análisis de Marino
Para poder aclarar hasta qué punto son fiables los resultados, Lori Marino reúne 28 estudios empíricos publicados entre 2005 y 2012 combinando varios métodos de muestreo (revisando las principales revistas del área, realizando búsquedas en bases de datos, etc.) y analiza sus cualidades metodológicas. De modo resumido, contempla hasta 5 amenazas o sesgos que pueden contaminar los resultados, y que pueden solventarse a través de un diseño de investigación adecuado. Éstas serían:
- Efecto placebo: avances derivados de las expectativas de mejora, y no del tratamiento en sí. Puede controlarse mediante la asignación ciega (sin conocimiento del sujeto) a grupos con y sin tratamiento.
- Novedad: en ocasiones, introducir un estímulo o situación novedosa facilita un cambio de rápida aparición, que tiende a remitir a largo plazo (conforme se da la habituación al mismo). Puede solucionarse probando diferentes estímulos (en un grupo un animal, en otro una videoconsola, por poner un ejemplo) y realizando un seguimiento a largo plazo.
- Confusión de constructos: puede darse por la inclusión de varios elementos de manera simultánea. Por ejemplo, cuando comparamos un grupo de personas sin tratamiento y otro que asiste a sesiones grupales asistidas por perros (en el segundo caso, es difícil saber si los cambios se deben al animal, al programa de terapia grupal, o a ambos). Es necesario crear un grupo para cada nuevo elemento, a fin de eliminar las confusiones.
- Deseabilidad de los participantes: en ocasiones, las personas con las que trabajamos pueden intentar comportarse del modo que intuyen que el investigador desea. La inclusión de grupos de control, no explicitar las hipótesis reales y/o enmascarar los verdaderos objetivos de la intervención puede ayudar a eliminar este problema.
- Sesgos del investigador: cuando el investigador que diseña el estudio es el único evaluador del proceso, pueden aparecer errores de apreciación que falseen los datos. Para eliminar este problema, es importante que la persona que implementa la intervención sea distinta de aquella que observa y valora los cambios.
Contemplando estos puntos, Marino pretende añadir un nuevo nivel de análisis a los resultados ofrecidos por la literatura científica: más allá de presentar mejoras de interés en las personas objeto de la intervención, los estudios deberán demostrar haber controlado estos sesgos para ser considerados verdaderamente válidos. Veamos qué encontró la autora.
Principales hallazgos del meta-análisis
En primer lugar, cabe destacar que 7 de los 28 (25%) artículos revisados no reportaron cambios significativos después de la intervención asistida, algo que la autora considera compatible con la primera conclusión expuesta por trabajos previos (no existe consenso acerca de la efectividad de las IAA).
En segundo lugar, la autora concluye que la mayor parte de los textos analizados no utilizaron diseños de investigación que permitieran solventar los sesgos expresados anteriormente, algo que nos obliga a tomar con extrema precaución sus resultados; dicho de otro modo, incluso entre los artículos que encontraron mejoras significativas, es difícil saber si los cambios detectados se debieron a verdaderas mejoras o a sesgos introducidos por los métodos utilizados.
Valoración y discusión
Aunando ambas conclusiones, podemos decir que los resultados de Marino no son demasiado positivos para las IAA, pero hay que matizar. Sus conclusiones no implican que estas intervenciones no funcionen sino que, a día de hoy, no tenemos evidencias suficientes para afirmar que la inclusión de animales en las intervenciones sea pertinente.
Sin embargo, una mirada cercana al análisis llevado a cabo por la autora sirve para realizar una segunda lectura. En primer lugar, en los 28 artículos incluidos en el meta-análisis existe una clara variabilidad en cuanto a muestras utilizadas (ver gráficos para obtener algunos ejemplos), y en segundo, la autora no los agrupa por objetivos terapéuticos ni por formas de trabajar. Básicamente, vamos a ciegas en cuanto a los contenidos de la intervención.
En otras ocasiones ya hemos defendido que, desde nuestro punto de vista, hablar de las IAA como un todo no tiene demasiado sentido, por cuanto el animal es un complemento técnico, pero no el centro de la intervención. Identificar los estudios analizados según el colectivo al que pertenecen no permite anticipar qué tipo de trabajo se ha realizado.
Teniendo esto en cuenta, es muy posible que Marino haya comparado propuestas de intervención muy diferentes entre sí, y eso supone una limitación clara a la generalizabilidad de las conclusiones propuestas. Una de las cosas que más se echa de menos en el área de las IAA es, a nuestro modo de ver, que los estudios se articulen en torno a programas de intervención (o protocolos; básicamente, qué trabajo se lleva a cabo) en lugar de pensar en colectivos (si los dos trabajan con mayores, deben ser proyectos parecidos) o en la estética (si los dos usan perros, deben ser similares).
Estas formas de agrupar el conocimiento nos acercan, irónicamente, a la confusión de constructos que la propia autora señala como un riesgo a evitar. Parece que es el animal el que se lleva toda la atención en lugar del trabajo del terapeuta.
Actualmente, la pregunta de ¿cómo de importante es el animal en la terapia asistida? permanece sin respuesta [Marino, 2012: s149. Trad. propia]
Se nos ocurre una segunda duda razonable. Más allá de la importancia real que el animal tiene en el proceso de cambio, ¿qué importancia le damos las personas que trabajamos en IAA? Porque si queremos hacer protagonista al perro (u otro animal), estaremos desviando el foco del trabajo terapéutico, que es el que puede llevarnos a una mejora duradera. Diferenciar ambas cuestiones, qué es la forma y qué el fondo de las IAA, y dar un papel adecuado a los animales dentro de la intervención, es uno de los retos que las personas interesadas en desarrollar el área debemos usar como guía para los próximos años.
Referencias
Marino, L. (2012). Construct Validity of AnimalAssisted Therapy and Activities: How Important Is the Animal in AAT? Anthozoös, 25 (Suppl1), 139-151. [Referencia completa aquí]
Nimer, J. y Lundahl, B. (2007). Animal-assisted therapy: A meta-analysis. Anthrozoös, 20, 225–238. [Referencia completa aquí]
Souter, M.A. y Miller, M.D. (2007). Do animal-assisted activities effectively treat depression? A meta- analysis. Anthrozoös, 20, 167–180. [Borrador completo aquí]
Buenas tardes y felicitaciones por aportar este articulo científico a todos los que trabajamos en este campo. A pesar de salir mal paradas las IAA, considero muy importante que cada vez aparezcan más artículos científicos específicos que intenten demostrar la validez de estas intervenciones, esto es señal de que estas intervenciones están cada vez más extendidas y se les empieza a dedicar más tiempo a demostrar científicamente su eficacia y validez. También quiero destacar la importancia de estos artículos científicos para que se una vez por todas se de la importancia que se le debe dar al perro en las intervenciones, que no es ni más ni menos que servir de apoyo a un profesional en la consecución de unos objetivos terapéuticos establecidos.
Un saludo
Estimado Juan Luis,
La verdad es que el artículo no parece traer buenas noticias pero en cierto modo sí que es muy positivo, ya que nos ofrece un mapa de riesgos. Si este tipo de análisis se populariza entre las personas que quieren dar impulso a la investigación en IAA, seguro que la acumulación de experiencias empíricas útiles será mucho más rápida.
El artículo de Marino es como ponerle el cascabel al gato; tiene limitaciones, pero explicita muy bien los retos de futuro.
Muchas gracias por el comentario (y por visitar nuestra página). Recibe un cordial saludo desde Sevilla,
La Terapia Asistida con Animales (T.A.A) es una modalidad de intervención terapéutica en la que un animal es parte integrante de un proceso de rehabilitación, reeducación, integración y socialización de una persona. Las T.A.A. han alcanzando un nivel de desarrollo en nuestro país muy importante, cada vez son más personas las que se benefician de ellas y los estudios e investigaciones que evidencian su potencial terapéutico. De hecho, tal y como nos informaron, desde la Asociación, actualmente, entre sus objetivos se encuentra la investigación dentro de esta área, porque es la única forma de validar este tipo de terapia y de difundir los resultados que están obteniendo.
Estimada Christine,
Gracias por tu aportación. Darle protagonismo a la investigación es la mejor forma de demostrar los beneficios de las IAA; de hecho, el artículo que comentamos no demuestra que estos beneficios no existan, sino que la manera en que se documentan es deficitaria (impide sacar las conclusiones que deseamos, a favor o en contra). Lo bueno de esta lectura es que pone el dedo en la llaga, invitándonos a documentar las experiencias de intervención de un modo ordenado y sistemático, a fin de facilitar su investigación.
Por cierto, haces referencia a una asociación; ¿con quién colaboras? A ver si es alguien que conozcamos 😀
Un saludo,