¡Buenas! Volvemos hoy con un comentario de un libro de reciente aparición: «Animales de combate», de David Sánchez. Está editado por Pinolia y cuenta con 316 páginas.
Un vistazo a los olvidados de la historia
Lo primero que llama la atención de este libro es su título, aunque la verdad es que el subtítulo es mejor descriptor del contenido. Es un libro de divulgación que se centra en el papel de los animales no humanos dentro de los conflictos humanos y no tanto un estudio de animales combatientes pues, aunque caballos, elefantes y otras especies han sido utilizados -«usar» es un verbo que objetiviza, pero aquí es correcto- como armamento, el libro también repasa otros roles, como su papel en la comunicación, transporte o detección de explosivos.
Pero, ¿tanta importancia tienen los animales no humanos en el campo de los conflictos humanos? Una de las ideas centrales de la antrozoología es que nuestra sociedad no incluye animales como meros objetos o complementos, sino que la interacción con estos ha dado forma a cómo las civilizaciones han podido desarrollarse. El ser humano no pudo abandonar la caza y la recolección hasta que aprendió a dominar (domesticar) animales y plantas; igualmente, las ventajas ofrecidas por nuestro conocimiento y dominio sobre los animales no humanos han sido aprovechadas para generar ventajas estratégicas en guerras y conflictos.
Las cifras resultan muy mareantes. Aunque los animales han perdido terreno en favor de la maquinaria en las últimas décadas, animales como los caballos han tenido una enorme presencia en los campos de batalla. Se estima que entre cuatro y ocho millones de caballos perecieron sólo en la I Guerra Mundial; las cifras a lo largo de la historia son difíciles de estimar, pero dedicarles una reflexión parece acertado.
«(…) a lo largo de la historia, los animales de combate sufrieron un olvido similar al experimentado por la mujer científica. A pesar de que muchos de ellos cumplieron un papel en el frente, solo un puñado han acabado por recibir el reconocimiento merecido por sus actos.» (p.33)
Animales no humanos en conflictos humanos
Los animales no humanos pueden jugar varios roles en los campos de batalla. En el libro se habla de dos vertientes: una primera, principal, se centra en aprovechar las cualidades del animal para cubrir tareas que los humanos no pueden realizar -o realizan de modo pobre-, como la carga, el tiro o la detección de intrusos; esto encaja con lo que se conoce como «animales de utilidad». Por ejemplo, las palomas fueron un medio de comunicación eficiente y rápido para solicitar ayuda o comunicarse con aliados, rompiendo sitios y alcanzando una velocidad muy superior a la que puede alcanzarse por tierra (unos 90 kms/h como promedio, ¡Y en línea recta!).
Más recientemente, animales como perros o ratas han sido entrenados para detectar minas antipersona. Su pequeño peso no activa los explosivos aunque pasen cerca y su olfato permite seguir rastros de estos elementos, capaces de provocar muerte y lesiones graves incluso décadas después de terminar la campaña.
La segunda vertiente es menos visible, pero también ha tenido una presencia muy amplia: los animales han ayudado a afrontar la tensión de la guerra entre los combatientes, a modo de «animales de compañía». Esta compañía se ejerce tanto en el plano personal, con animales que convivieron en trincheras o cuarteles- como en el simbólico -usando su imagen como reclamo o como elemento identitario-. Alguno de estos animales ganaron un estatus realmente elevado en el ideario popular, como el Sargento Stubby.
Como curiosidad, cabe destacar que existen distintivos militares para los animales no humanos, como la Medalla Dickin.
Valoración final
Animales de combate es un libro que explora un registro de la interacción humano-animal menos visible que la convivencia y más limitado en tiempo y contexto que la ganadería u otros «usos» animales. Sin embargo, representa una pieza del complejo puzle de la antrozoología, por lo que su propuesta resulta interesante.
El libro es sencillo de leer y no exige consultar bibliografía o notas al pie para poder seguir su curso. También incluye muchas fotos, lo que lo hace agradable a la vista. Por otra parte, algunos periodos históricos son revisados varias veces a lo largo del libro: esto facilita leer cada capítulo como texto independiente, pero puede resultar un poco repetitivo si lees el libro de un tirón.
En conjunto, es una lectura recomendable y accesible.